La secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, destaca que el trabajo del IVCR+i ha permitido recuperar “una joya del patrimonio cultural de todos los valencianos”
El Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i), organismo dependiente de la Conselleria de Educación, Cultura, Universidades y Empleo, ha presentado en Crevillent la restauración de la imagen del Cristo de la Vida de la Parroquia de Nuestra Señora de Belén, única imagen conocida en toda la Comunitat Valenciana realizada con caña de maíz.
El acto de presentación se ha llevado a cabo en la propia parroquia y ha contado con la presencia de la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar; el Obispo de la Diócesis Orihuela Alicante, José Ignacio Munilla; la alcaldesa de Crevillent, Lourdes Aznar Miralles y el párroco de Nuestra Señora de Belén, Joaquín Carlos.
Pilar Tébar ha destacado la “relevancia singular de esta pieza única, una joya del patrimonio cultural de todos los valencianos, realizada con una técnica poco habitual en esta zona geográfica, que era prácticamente desconocida hasta la fecha y que ahora, gracias a la intervención del IVCR+i, se ha conseguido recuperar”.
La escultura es una pieza de tamaño natural que data de finales del siglo XVI o principios del XVII. Es de origen novohispano, procedente de Nueva España, actual zona del sur de México (Michoacán y la Ciudad de México).
Además de la peculiaridad de estar hecha de caña de maíz, otra singularidad de esta pieza es que cuenta en las extremidades con unas uñas de origen humano que pertenecieron a alguien que vivió entre 1436-1473, según las pruebas de Carbono 14 y, por tanto, a una persona anterior a la llegada de Colón a América en 1492.
Se sabe, asimismo, que las uñas debieron pertenecer a una persona vegetariana o que, al menos, basaba la mayoría de su dieta en alimentos de tipo vegetal, según los análisis de Carbono 14, que permiten acotar estos aspectos.
“Se trata de dos peculiaridades que han sorprendido a los expertos durante el largo y complejo proceso de restauración realizado por el IVCR+i, que ha permitido devolver esta imagen en condiciones óptimas a su parroquia, donde todos los ciudadanos de Crevillent podrán disfrutarla y rendirle culto”, ha añadido Tébar.
Asimismo, la secretaria autonómica ha destacado que, con este trabajo, el IVCR+i se consolida “como un referente internacional en investigación sobre materiales y en un centro vanguardista sobre los estudios de escultura ligera”.
Uso de la caña de maíz
La caña de maíz es un material que tuvo un uso inusual en Europa, pero no así en la zona novohispana, donde los indígenas se dedicaron a la confección de imágenes religiosas cristianas con los materiales con que realizaban sus ídolos.
La principal zona productora de este tipo de esculturas es la región mexicana de Michoacán y ciudad de México, donde los indios ‘purépecha’, llamados tarascos por los españoles, se especializaron en la realización de este tipo de esculturas.
Los evangelizadores españoles, a su llegada a estas tierras, encargaron con esta técnica y material la construcción de imágenes procesionales de poco peso, como es el caso de este Cristo, de tan solo seis kilos, que sirvieron para la propagación de la nueva religión entre los nativos.
La mayoría de estas imágenes se conservan en Hispanoamérica, aunque en España existen numerosas esculturas de esta tipología importadas por indianos acaudalados. Sin embargo, en la zona del Mediterráneo son escasas, lo que confiere un valor notable al Cristo de la Vida de la Parroquia de Nuestra Señora de Belén de Crevillent.
Trabajos de restauración
La imagen llegó a la parroquia para suplir la carencia del Cristo de la Victoria del escultor Joan Flotats perdida tras la contienda de 1936. Sin embargo, el encargo de una nueva imagen del Cristo de la Victoria al escultor Carles Flotats i Galtés, por parte de la familia Magro Espinosa, motivó que la imagen novohispana pasara a un segundo plano y se retirase del culto.
Los trabajos de los técnicos del IVCR+i comenzaron con un estudio analítico previo mediante diferentes técnicas (tomografía computerizada, radiografías, análisis de pigmentos, fotografías mediante florescencia visible inducida por luz ultravioleta, cromatografía de gases, espectometría de infrarrojos, escaneado 3D). Todo ello permitió conocer los materiales de su estructura interna y los diferentes estratos de su composición.
Tras estos trabajos previos, el proceso de restauración se inició con la protección de las zonas dañadas con riesgo de pérdida de policromía y su consolidación. Posteriormente, y con los resultados de los estudios analíticos, se procedió a eliminar hasta un total de diez capas de estratos pictóricos añadidos hasta llegar a la policromía original, efectuándose de forma mecánica y química. También se retiraron refuerzos de tela y estucos de cera pertenecientes a diferentes intervenciones anteriores.
Después se colocaron los dedos originales que se encontraban fracturados, y se llevó a cabo la reconstrucción de las pérdidas de soporte utilizando el material más afín al original, en este caso caña común (‘arundo donax’).
Esto se logró gracias a un proceso de investigación sobre los materiales a utilizar por parte de los técnicos del IVCR+i con el objeto de conseguir un material compatible y duradero con el original.
Finalmente, se estucaron todas las lagunas y se reintegraron cromáticamente de manera discernible respecto de la policromía original y se aplicó una capa de protección con filtro ultravioleta para favorecer su conservación.