Desorganización en emergencias y decisiones tardías marcaron una de las peores respuestas de la Generalitat Valenciana a una crisis climática.
La gestión de la DANA que azotó la Comunitat Valenciana el pasado 29 de octubre ha generado un intenso debate sobre el liderazgo del presidente Carlos Mazón y su equipo. La combinación de inexperiencia, descoordinación y recortes previos exacerbó una catástrofe que se saldó con 222 víctimas mortales y cuatro desaparecidos, según fuentes oficiales. A esto se suma una creciente crisis de confianza en la Generalitat por la falta de previsión y la lentitud en la toma de decisiones antes, durante y después del desastre.
El vicepresidente segundo y conseller para la Recuperación Económica y Social, Francisco José Gan Pampols, afirmó que un protocolo adecuado podría haber evitado muchas de las muertes. Estas declaraciones subrayan las graves deficiencias en la gestión de emergencias, señaladas también por diversos expertos en la materia.
Un liderazgo cuestionado
La respuesta del presidente Mazón ha sido duramente criticada. En la mañana del 29 de octubre, el líder de la Generalitat participó en tres actos públicos ajenos a la emergencia, antes de asistir a una comida que se extendió durante más de tres horas con una periodista, perdiendo tiempo valioso para gestionar la crisis. Según analistas, esta actitud proyectó una imagen de despreocupación que permeó en todo su equipo de gobierno.
Mientras tanto, instituciones como la Universitat de València (UV) tomaron la delantera, adoptando medidas preventivas como la suspensión de clases en zonas afectadas. Sin embargo, esta decisión fue públicamente cuestionada por Mazón, quien minimizó los riesgos en un momento crítico.
Por su parte, la reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi), que debió haberse convocado con mayor anticipación, empezó con horas de retraso, lo que pospuso decisiones cruciales. Entre estas, el envío de alertas masivas a móviles mediante el sistema Es-alert, que finalmente se emitió a las 20:11, cuando cientos de personas ya se encontraban en situaciones de alto riesgo.
Decisiones estratégicas fallidas
Desde su llegada al poder, el gobierno de Mazón, en coalición con Vox, ha tomado decisiones que han debilitado la capacidad de respuesta de la Generalitat ante emergencias. Entre ellas destaca la eliminación de la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), creada en el mandato anterior, y la asignación de perfiles inadecuados en puestos clave. Un ejemplo controvertido fue el nombramiento, el mismo 29 de octubre, de un experto en festejos taurinos como director general de Interior, mientras que Rosa Touris, la única alto cargo con experiencia en catástrofes, fue incorporada días después de la tragedia.
A esto se añade la tardanza en aceptar la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cuya intervención fue inicialmente rechazada en tres ocasiones. La solicitud formal solo se realizó tras la insistencia del Gobierno central, lo que supuso otro retraso en la respuesta.
La herencia de los recortes
Los problemas no se limitan a decisiones recientes. Un contrato clave para implementar un sistema avanzado de gestión de inundaciones, previsto por el gobierno anterior, fue firmado apenas tres días antes del desastre, dejando al equipo sin herramientas esenciales para el análisis y la toma de decisiones. Además, la retirada de equipos de medición en el barranco del Poyo en Chiva, a las 15:00 del mismo día, complicó aún más el seguimiento de los caudales, a pesar de que la Generalitat tiene competencias en esta área según el Plan Especial de Inundaciones.
La DANA expuso deficiencias estructurales y de gestión que deberán ser atendidas con urgencia. Mientras Mazón y su equipo enfrentan críticas desde diversos sectores, la Generalitat ha anunciado medidas correctivas que buscan recuperar la confianza ciudadana y evitar que tragedias como esta se repitan.
Lecciones por aprender
La Comunitat Valenciana necesita priorizar la formación de equipos especializados en emergencias, la restauración de estructuras eliminadas como la UVE y la modernización de sistemas de alerta temprana. Solo con una planificación adecuada y liderazgo efectivo será posible proteger mejor a la población en futuras crisis climáticas, evitando el sufrimiento que dejó una huella imborrable en la región.
Paco Ciclón / AFPRESS