Más allá de la misa, las necesidades básicas sin cubrir

Las misas no son suficientes para los afectados por la DANA

De la misa a la acción, un camino urgente para la reconstrucción

Cuando una catástrofe como la DANA afecta a una comunidad, las verdaderas prioridades no pueden quedarse en gestos simbólicos. En este contexto, las críticas hacia ciertos sectores políticos y sociales han resonado con fuerza, cuestionando la desconexión entre los discursos y las acciones concretas para ayudar a los afectados.

El mensaje es claro: de poco sirve realizar actos como una misa si quienes han perdido todo no tienen acceso a una cama donde dormir, un baño donde asearse o una cocina para preparar algo tan básico como un café o calentar leche para sus hijos. La solidaridad no puede quedarse en palabras o rituales; debe traducirse en acciones tangibles que atiendan las necesidades más inmediatas de las personas.

Las críticas se han dirigido también hacia algunos políticos que, durante la DANA del 29 de octubre, estuvieron ausentes en los momentos clave. En lugar de estar presentes para gestionar la crisis, algunos optaron por disfrutar de comidas opulentas acompañadas de los mejores vinos, una actitud que ha generado indignación entre los afectados y la ciudadanía en general.

Esta situación pone en evidencia una desconexión entre las promesas de apoyo y la realidad de quienes enfrentan las consecuencias de las inundaciones. En lugar de centrarse únicamente en gestos o declaraciones públicas, se requiere un enfoque práctico y humano que priorice la reconstrucción de vidas, el acceso a servicios básicos y la prevención de futuras catástrofes mediante una gestión eficiente de los recursos públicos.

La DANA del 29 de octubre dejó tras de sí no solo daños materiales, sino también una sensación de abandono en quienes se enfrentaron al desastre sin el respaldo adecuado. La falta de acción inmediata y efectiva subraya la necesidad de replantear las prioridades en la gestión pública y garantizar que las personas estén en el centro de las decisiones.

La recuperación no solo pasa por reparar infraestructuras, sino también por reconstruir la confianza entre la ciudadanía y sus representantes. Esto implica no solo actuar en el momento de la crisis, sino también planificar a largo plazo para que tragedias como estas no se repitan.

De nada sirve una misa para un afectado por la DANA que no tiene una cama donde dormir, un baño donde asearse o una cocina donde preparar algo tan sencillo como un café o calentar la leche. Tampoco tiene sentido una misa a la que asisten políticos que, durante la DANA del 29 de octubre, no estuvieron donde debían estar, pero sí disfrutaron de opulentas comidas acompañadas de los mejores y más caros vinos.

Paco Ciclón /AFPRESS


 

 

 

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