El 20 de enero, una patrulla de la Policía Local de Elche se encontró con una escena desgarradora en la calle Rocío: una mujer sollozaba desconsoladamente, descalza y visiblemente afectada. Los agentes, al percatarse de que le faltaba un zapato, se acercaron para brindarle ayuda y averiguar qué le había ocurrido.
Inicialmente, la mujer intentó minimizar lo sucedido, atribuyéndolo a un «mal de amores». Sin embargo, su angustia era evidente, lo que llevó a los agentes a profundizar en la situación. Finalmente, la víctima reveló que su pareja, estacionada en un vehículo cercano, la había golpeado violentamente en el rostro, haciéndola perder el equilibrio y casi golpearse contra una mesa debido a la fuerza del impacto.
Este episodio no fue aislado. La víctima confesó que las agresiones eran habituales desde el inicio de su relación, apenas unos días antes. Describió otros ataques, como cuando su pareja la agarró del cabello y simuló golpear su cabeza contra un bidón, o cuando recibió brutales patadas en la espalda mientras dormía, sin motivo aparente.
Conscientes de la gravedad de la situación, los agentes procedieron a la detención del agresor, un hombre de 30 años, quien fue trasladado a dependencias policiales. Mientras tanto, la víctima recibió atención médica en un centro de salud y se le proporcionó alojamiento en un albergue, ya que no disponía de un lugar seguro para pasar la noche.
Esta lamentable historia resalta la urgente necesidad de abordar la violencia de género y proteger a las víctimas de abusos domésticos.